"... si, aceptamos nuestros síntomas o en su caso, nuestras enfermedades como nuestros amigos más honestos y fieles, que nos acompañan a todo paso y siempre nos dirán con toda sinceridad, qué nos está haciendo falta, la probabilidad de entender su mensaje va a ser muy alto. Las enfermedades nos hacen más humildes y más honestos con nosotros mismos."
El anterior es uno de los párrafos de mi publicación hace dos semanas. (Todavía no sé si ese va a ser el ritmo de mis publicaciones futuras, o si podré continuar haciendo publicaciones semanalmente. Más adelante entenderán el motivo...)
Como no quisiera dejar toda la información acerca de la función de nuestros síntomas de esa forma, digamos que tan teórica, hoy quiero compartirles una experiencia personal que estoy teniendo actualmente y que puede ilustrar de una mejor forma, cómo funciona ese mecanismo descrito en mi publicación anterior "La Función de nuestros Síntomas".
Desde luego quiero aclarar que el próximo relato es totalmente subjetivo, como también lo es la experiencia que describo. Lo más probable es que si otra persona tuviera la misma experiencia, la interpretaría de otra forma de lo que lo hago yo, ya que mi interpretación se basa en la noción sobre gran parte de mis experiencias de vida.
Sin embargo comparto este relato, ya que pienso que puede ofrecer un ejemplo para una visión alternativa de lo que son nuestros síntomas y nuestras enfermedades.
En el párrafo citado, hablo de que nuestros síntomas pueden ser vistos como nuestro más fieles y honestos amigos. Quisiera ampliarlo diciendo que nuestros síntomas son como mensajeros especiales con un mensaje muy específico para nosotros.
Quién nos manda a estos mensajeros y el mensaje? Son enviados, por así decirlo, por nuestra esencia, nuestro Ser. Aquella entidad en nosotros que sobrevive esta vida y sabe perfectamente de lo que somos capaces y lo que nos hemos propuesto. Es esa directriz en nosotros que es independiente de nuestro ego y que si logramos escuchar su voz, será la que nos va a guiar a que llenemos la medida de nuestra creación.
Es el viajero de la carrosa, el único que sabe hacia dónde queda nuestra meta, conducida por el cochero que obedece órdenes del viajero, si es que lo escucha, y controla y dirige a los caballos durante todo el transcurso de nuestro viaje.
Comienzo con la descripción de mi experiencia.
Hace como 4 a 5 meses atrás, comencé a sentir una leve molestia en la muñeca de mi mano izquierda, que únicamente la sentía cuando apoyaba la mano. Esa leve molestia se fue convirtiendo en un suave dolor. El viajero estaba llamando a la ventana para hacer una corrección de camino y yo no lo escuchaba... Así se pasaron los meses, cuando una noche mi marido me hizo caer en cuenta que tenía una protuberancia en la muñeca izquierda.
Estas imágenes las tomé de mi mano izquierda hace dos meses.
Me llevé una gran sorpresa, porque yo no la había notado todavía. Sólo se ve al doblar la mano hacia abajo, mientras la mantengo recta no se ve nada.
¿Cómo no había notado este crecimiento? Me acordé de la molestia y del leve dolor al apoyar la mano, pero en ningún momento advertí que se estaba formando una protuberancia en ese lugar. Ahí comencé a ponerle cuidado al llamado del viajero y empecé a atar cabos para descodificar el mensaje. Observé muy bien de qué lugar en la muñeca se trataba y en términos generales di con lo siguiente:
Se trata de la parte superior de la muñeca, o sea entre el antebrazo y la mano. Podemos descifrar el mensaje, entendiendo cuál es la función y para qué son simbólicas las partes de nuestro cuerpo afectadas. En mi caso, busqué entender el simbolismo de los antebrazos y de las manos.
Los antebrazos son la primera etapa del paso de nuestra voluntad de acción a la realización! Al concebir una idea en nuestra mente, nuestros brazos y antebrazos, son los vectores por los cuales iremos a llevar a cabo nuestra idea en el mundo.
Ya mirando lo que significa la mano, entendemos que es la terminación y extremidad del brazo y a la que le corresponde la ejecución de la acción.
Me gusta como el autor Michel Odoul, lo describe en su libro "Dime qué te duele y te diré por qué":
"La mano encarna la fase final en que los actos se realizan y el grado de acabado y de precisión con que se ejecutan."
Esta siguiente frase me gusta mucho por lo explícita:
"La mano representa... el paso de lo conceptual a lo real, de la idea a la realidad."
Una vez teniendo esta información, quedó claro para mi que se trataba de un bloqueo entre mis deseos e ideas ya maduras y su realización. Pude hacer una reflexión más profunda y caí en cuenta, que hacía ya mucho tiempo que yo venía guardando el deseo de encontrar una forma de ir ampliando el campo de acción en mi profesión como Terapeuta Artística. Siempre lo aplazaba por muchos motivos personales, con lo cual estos deseos acababan reprimidos una y otra vez.
En el momento que ya Vi manifestado físicamente esa represión en mi cuerpo, comencé a escuchar el mensaje que estaba recibiendo de mi interior por medio de estos síntomas físicos muy específicos.
Entendí que ya no debía aplazar más la ejecución de mis ideas y deseos, y aunque no lo tenía muy claro de qué forma quería hacerlo, curiosamente se fueron dando las cosas y ahora me encuentro realizando un proyecto hermoso de un taller/consultorio campestre, en el que podré realizar muchas de las cosas que siempre me había imaginado hacer algún día!
Desde que decidí poner en acción mis ideas, vengo observando mi muñeca y noto que la protuberancia cesó de crecer. No sé si algún día irá a desaparecer o si seguirá ahí, en todo caso, mientras se encuentre ahí, será un recordatorio amable y constante para mi de escuchar más hacia mi interior, para que los mensajes no tengan la necesidad de materializarse en forma de síntomas físicos en mi cuerpo.
Me alegra poder compartir estas reflexiones con todos mis lectores y les agradezco por leerme!